El factor emocional

Daniel Goleman
Emotional Intelligence
Bantam Books
Nueva York, 1995, 309 págs.

La fe en la palabra

Uno de los rasgos más claros —y más preocupantes— de la poesía moderna tras lo que se dio en llamar la muerte oficial de Dios, que arrastra consigo la muerte del verbo, ha sido la paulatina pérdida de fe por parte de los poetas en el poder de su palabra. Artículo por: José A. Millán Alba y Javier del Prado.

La tos de una señora alemana

La mentalidad científica quiere que todo tenga explicación, incluso lo maravilloso. Qué le vamos a hacer, tal vez sea así; pero entonces, apenas se acepta resignadamente esta supuesta conquista total de la realidad, lo maravilloso vuelve desde pequeñas cosas, lo insólito resbala como una gota de agua a lo largo de una copa de cristal, y quienes merecen el comercio con esas mínimas presencias olvidan la sapiencia y la conciencia para pasarse a otro lado y hacer cosas como por ejemplo escuchar la tos de una señora alemana.En 1947, poco después del fin de la guerra, Wilhelm Furtwangler dirigió un concierto entre las ruinas de Alemania derrotada, que la mayoría de sus vencedores empezaban a rehabilitar al oeste después de haberla repudiado al este. También Furtwangler había sido repudiado en un principio por su condescendencia frente a la me(ga)lomanía de Adolfo Hitler, tras de lo cual parecía de buen tono rehabilitarlo; así terminan muchas guerras, lo cual explica que un tiempo después vuelvan a desatarse, pero no es de eso que vamos a hablar sino del concierto en que Yehudi Menuhin, invitado por las fuerzas de ocupación, tocó esa noche el Concierto en Re de Beethoven que el ilustre Furtwangler sacaba una vez más de su jaula para mostrar lo que era capaz de hacer con ese imperecedero leopardo de la música. La RIAS (siglas de la radio alemana) difundió el concierto y además lo grabó con los medios técnicos disponibles en ese momento, que no eran muchos. La grabación (¿disco, alambre, cinta magnetofónica?) quedó en los archivos hasta que el otro día, más de treinta años después, fue prestada a la radío francesa que la prestó a su vez a mi receptor sintonizado en France-Musique. Un argentino en París escuchó así a una orquesta alemana -y a un violinista judío que tocaban bajo la batuta de un muerto; todo eso, que hubiera sido perfectamente incomprensible hace menos de un siglo, formaba y forma parte de lo ordinario, de lo que la ciencia explica a los niños en las escuelas; todo eso era cotidiano, simplemente apretar unos botones e instalarse en un sillón.Tal vez Menuhin no tocó jamás el concierto de Beethoven como esa noche; le sobraban razones para hacerlo tan prodigiosamente en el mismo lugar donde habían sido exterminados siete millones de judíos y donde acaso algunos de sus exterminadores se sentaban en las plateas del teatro y lo aplaudían frenéticamente. Del concierto en sí, de su intérprete y de su director solo puede hablarse con admiración, pero no es de eso que hablamos sino de ese instante, creo que en el segundo movimiento, en que un pianissimo de la orquesta dejó pasar una tos, un solo golpe seco y claro de tos que no habría de repetirse, una tos de mujer, la tos de una señora que cualquier cálculo de probabilidades definiría como la tos de una señora alemana.Durante más de treinta años esa pequeña tos anónima había dormido en los archivos de la radio; ahora reiteraba...

La Monarquía británica y la nuestra

Ofrecemos una reseña del libro "The Monarchy and the Constitution", en donde Vernon Bogdanor, profesor de "Government" en la Universidad de Oxford, ha publicado hace muy pocos meses un excelente manual universitario donde estudia la Corona británica y su lugar y sus funciones en el sistema político inglés.

Translate, traduire, tradurre, traducir

Los derechos de autor llegan o no llegan, pero si llegan es casi siempre tarde, razón por la cual un escritor que no sea hijo de sheik petrolero o de Henry Ford III pasa buena parte de su vida ganándosela como puede. (Falencias de la lengua: ¿Por qué no "torcidos de autor", por qué no "perdiéndosela"? Obstinada hipocresía de ese vocabulario cómplice de la sociedad en lo que tiene de peor, sepulcros blanqueados de tres o cinco sílabas).En fin, quiero decir que como nunca esperé derechos de autor (y tal vez por eso acabaron por llegarme, consejo indirecto a muchos jóvenes ansiosos), pasé buena parte de mis ya copiosos lustros traduciendo libros, partidas de nacimiento, patentes, facturas consulares e informes del director general de la Unesco, estos últimos en colaboración con diversos y jocundos colegas catalanes, ecuatorianos, argentinos, vascos y gallegos. Trujamán silencioso, en mi juventud viví tiempos de delicia mientras traducía libros como Mémoires d'Adrien, de Marguerite Yourcenar, o L'immoraliste, de André Gide, y años después los pagué con jornadas de horror o de letargo frente a los informes de algunos expertos de las Naciones Unidas en las esferas (ellos lo escriben así) de la sociología/alfabetización/regadío/medios masivos de comunicación (sic)/biblioteconomia/reactores atómicos de agua pesada, etc., que en general merecían su denominación de "informes" pero en segunda acepción.De todo eso me ha quedado el amor por las sutiles transmigraciones y transgresiones que se operan en la traducción de cualquier texto cuando su significado franquea los puentes idiomáticos y ahí es la de San Quintín, las pérdidas, las derogaciones, a veces las felices paráfrasis y a veces la pata hasta la rodilla; en el espejo de la traducción nada del original se refleja de lleno, las equivalencias absolutas no pasan nunca de lo más embrionario, de escribir mañana es jueves por demain c'est jeudi. No hablemos ya de la más sutil distorsión que impone el devenir histórico y cultural; Borges lo mostró como nadie en Pierre Ménard, autor del Quijote, donde ni siquiera hay traducción sino reproducción literal que, sin embargo, difiere por completo del primer texto.El día en que gracias a mis relevantes m'éritos pasé de traductor a revisor en las organizaciones internacionales, el cotejo de las versiones ajenas me deparó momentos no fácilmente olvidables. Un ejemplo que pertenece ya a nuestro folklore profesional es el del siguiente texto en francés: Comme disait feu le président Koosevelt, ríen n'est d craindre hormis la crainte elle-méme, que fue alegremente traducido por: "Como decía con ardor el presidente Roosevelt, el miedo a las hormigas lo crean ellas mismas". Se admitiría que la versión es más rica y más metafísica que el original, cosa igualmente perceptible en el caso de un informe sobre becas de estudio otorgadas por los Estados Unidos a México, y en el que la palabra Scholars Hip fue entendida como "un barco cargado de escolares" puesto a navegar con gran soltura por páginas y páginas.(Y cómo resistir a la historia del candidato español que pasó un examen de...

La salvación por la belleza

Hans Urs von Balthasar
Teodramática 4. La acción
Ediciones Encuentro
Madrid, 1995,484 págs.

Paul Valery

España y Paul Valéry

La especialista Monique Allaín-Castrillo hace un documentado estudio sobre la figura y la obra del gran poeta francés en el libro "Paul Valéry y el mundo hispánico" (editorial Gredos).

Diez Epigramas de Joaquín Gurruchaga

p>Don José Ortega escribió en algún lugar de su copiosa obra que "hoy (por ayer) es una obra de misericordia no publicar”. Joaquín Gurruchaga (San Sebastián, 1910), hubiera encabezado la galería orteguiana de misericordiosos hasta 1995, el año en que su primer libro, Últimos Poemas (Ed. Calambur, Madrid) ha pasado por las prensas. Aunque no han sido los últimos: hace unas semanas, la misma Editorial ha publicado El tiempo, el humo, el pasado. El caso es que desde que en la primavera de 1936 la guerra truncara lo que habría sido su primera publicación poética -acordada con Manuel Altolaguirre para la mítica colección "Héroe"-, Gurruchaga ha persistido en su silencio. Es importante anotar que voluntariamente: Franz Xaver Kappus, que pasó a la historia por ser el joven que escribía a Rilke pidiéndole consejo sobre si debía ser poeta, recibió como respuesta de éste que no le preguntase a él, que preguntase a la necesidad: "pregúntese: ¿debo escribir?¿me moriría si no escribiera?".Hoy, a la vista del panorama, quizá le hubiera dicho: "pregúntese: ¿debo escribir? ¿me moriría si no publicase nada de lo que escribiera?".Alguien que conoce bien a Joaquín Gurruchaga nos pasa un par de hojas escritas a mano con tinta azul: cuentan la historia de un despacho que escondía "cuadernos con poemas escritos a lápiz... con lápiz blando de dibujo y trazos gruesos, que se iban poco a poco borrando, según él decía, porque nadie tenía acceso a ese mundo suyo secreto. Nadie los había leído excepto él". En esas mismas líneas se cuenta que en 1992 le convencieron para que "fuese dictando tranquilamente sus poemas a un pequeño magnetófono de bolsillo" (como en París, Texas, la película de Wenders). Más tarde, "una inmensa máquina de escribir alemana, de los años treinta, fue la encargada de la transcripción". Bautizaron a la máquina con el nombre de "Champollion". El resultado del trabajo de desciframiento de Champollion, "un paquete de folios", fue a parar a "un arcón de madera, que cerró su pesada tapa guardando nuevamente los poemas secretos... En el verano del 94 le pedimos permiso para sacar los poemas del sarcófago... En el otoño del 94 los leímos por primera vez".Cualquier otro final menos feliz de esta pequeña historia hubiera sido inmisericorde con los lectores de Joaquín Gurruchaga, NUEVA REVISTA añade ahora a sus dos libros llenos de espléndida poesía ("¿Qué quieres que te diga?/N o se. /Algo como el viento,/de noche.": Últimos Poemas, pág. 82), estos epigramas inéditos. Son diez, como diez minúsculas obras de misericordia. Y el "grande" de don José Ortega hubiera estado de acuerdo. Manuel Fontán del Junco. IAtardece. El día termina en un cielo azul, oscuramente azul. Sombras profundas atraviesan estrellas lejanas. La gente deja de pasar por la calle. Oigo coches aislados. Hace frío. Todavía luces brillantes en las tiendas que se cierran.24 de diciembre, 1984IIEn la juventud amamos como un golpe de viento, como una ola en el mar, como el rayo que convierte en ceniza los árboles. Más tarde, amamos como la nieve,...

Hogares y familias

Rafael Puyol comenta el libro de Francisco Cabrillo «Matrimonio, familia y economía», en el que examina los cambios que se han producido en las estructuras de los hogares en Europa en los últimos años.

Antología

En este número de verano de NUEVA REVISTA, y en estas latitudes donde el calor ejerce su magisterio inmisericorde, se me ocurre ofrecerles unas cuantas pildoras de línea clara, para aligerarles la digestión y entonarles el alma. He buscado en el gran depósito de psicotrópicos de nuestra lírica más reciente y he separado seis pastillas que por su aspecto (del contenido ya opinarán ustedes más tarde) me han parecido dignas de ser seleccionadas. La primera de ellas salió del laboratorio alquímico de Miguel d'Ors (Santiago de Compostela, 1946) y habla de esa mujer que hemos perdido incluso antes de encontrarla. Dice así:A ti, que serás siempre La Ignorada, a ti, que llegaste a quién sabe qué lugar cuando yo, ay, acababa de salir de él, o perdiste aquel tren, no sé cuál, que te hubiera traído al centro de mi vida, o estabas en un banco de algún parque un día que yo no quise pasear entre las hojas verlenianas, a ti, por la chacarera de tu mirada que nunca he visto, por ese corazón que desconozco y es como una playa en septiembre, a ti, por todo lo que me hubiera obligado a amarte, a ti, que me hubieses amado hasta nunca, que ahora puedes estar llorando en la luz fría de una habitación de hotel, o con tus hijos en el British Museum, o ves el arco iris en una telaraña, o piensas en mí sin saber que soy yo, a ti, retrospectiva, condicional, perdida, dondequiera que estés, este poema.La segunda es del bibliómano Abelardo Linares (Sevilla, 1952) y nos habla del vértigo del amor:Toda lentitud tiene algo de muerte. Todo cuerpo en reposo ensaya una postura de cadáver.Rapidísimo, entre convulsiones de montaña rusa, brusco como un pistoletazo en la sien o la dentellada de un cocodrilo, resbaladizo como la sangre recién derramada o la mirada del asesino, el futuro me arrastra, ya no importa hacia dónde, a la única velocidad recomendable, a la velocidad de la luz de tus ojos.La tercera se debe a Lorenzo Martín del Burgo (Almagro, 1952) y es una de las grageas líricas más tristes que he tomado en mi vida:Yo estaba en un café, sentado en un café. Yo estaba leyendo un libro, sentado en un café. Yo estaba leyendo un libro o un periódico, no consigo acordarme, sentado en un café. Yo estaba bebiendo en un café, sentado en el diván de un café. Yo estaba bebiendo cerveza o vino o coñac, no consigo acordarme. Yo estaba borracho en un café, perdido en un café, leyendo un libro, soñando con otros mundos, con otras gentes, con otros lugares. Yo estaba pensando en ti en un café, mientras leía un libro (no recuerdo qué libro era el que yo leía), mientras bebía una copa (no recuerdo de qué era esa copa que yo bebía). Yo estaba perdido, borracho en un café, esperando a un amigo. Yo esperaba a un amigo que no llegaba, o tal vez no esperaba a nadie, simplemente...
John Henry Newman © Shutterstock

«Carta al duque de Norfolk»: así defendía la libertad el cardenal Newman

La "Carta al Duque de Norfolk", sintetiza la posición del cardenal John Henry Newman, teólogo, ensayista y nuevo beato de la Iglesia, sobre la libertad religiosa frente a las acusaciones del primer ministro Gladstone contra los católicos. Un texto que cobra especial vigente siglo y medio más tarde.

El ensayo sobre el ensayista

Jean Lacouture
Montaigne á Cheval
Editions du Seuil
París, 1996, 329 págs.

La comunidad contra el liberalismo

Stephen Mulhall y Adam Swift
El individuo frente a la comunidad:
el debate entre liberales y comunitarístas

Traducción de Enrique López Castellón
Temas de Hoy
Madrid, 1996,464 págs.

Cómo fluyen las naciones

David Held
Democracy and the Global
Order: From the Modern State
to Cosmopolitan Governance
Blackwell's
Oxford, 1995, 324 pags.

Una leccion de Ramón Gaya

Ramón Gaya
Naturalidad del arte
(y artiflcialidad de la crítica)

Pre-Textos
Valencia, 1996, 58 págs.

Figura de Shakespeare. © Shutterstock

Harold Bloom: Canon y castigo

En "El Canon occidental" (Anagrama), de Harold Bloom (traducción de Damián Alou), Shakespeare es el centro de la esfera literaria y faltan Dostoyevski o Chejov. El Canon es discutible, pero lo indiscutible es la erudición y el amor a la literatura de Bloom (1930-2019)

Testimonio abierto de un afortunado

Paul Johnson es conocido como historiador bien documentado. Ha abordado temas de historia antigua, moderna, y sobre todo contemporánea, relacionados con el nacimiento y desarrollo de nuestro mundo actual, y también las biografías de personajes clave para explicarlo. También es Paul Johnson periodista de nota.

1985

No en el clamor de una famosa fecha, roja en el calendario, ni en la breve furia o fervor de la azarosa plebe, la pudorosa patria nos acecha. La siento en el olor de los jazmines, en ese vago rostro que se apaga sombra o luz de los últimos jardines. Un sable que ha servido en el desierto, una historia anotada por un muerto, pueden ser un secreto monumento. Algo que está en mi pecho y en tu pecho, algo que fue soñado y no fue hecho, algo que lleva y que no pierde el viento.

El que envuelve con cobre mundos

Seamus Heaney
La Linterna del espino
Ediciones Península
Madrid, 1995, 117págs.

España en su historia, el proceso de una nación

Al constituirse como una verdadera nación en los albores de la Edad Moderna, España culminó un proceso de recuperación de la comunidad de sus pueblos y de sus tradiciones. Pronto hubo de experimentar el sorprendente giro de la fortuna que la volcó sobre Europa y América. El repliegue del XIX la vuelve sobre sí misma, pero sin dejar de estar llamada a ser una nación principal de Occidente.