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La barbarie interior que amenaza a Europa

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Ignacio Sánchez Cámara. Catedrático de Filosofía del Derecho, Universidad Rey Juan Carlos. Académico correspondiente de la Academia Argentina de Ciencias Morales y Políticas y de la Española de Jurisprudencia y Legislación. Ha sido consejero de Educación de la Embajada Española en Italia, Grecia y Albania.

Pablo de Lora. Catedrático de Filosofía del Derecho, Universidad Autónoma de Madrid. Entre sus libros destacan Recordar es político (y jurídico). Una desmemoria democrática (2024) y Los derechos en broma (2022).


Avance

Los juristas Ignacio Sánchez Cámara y Pablo de Lora analizaron la crisis actual de Europa, cuyos rasgos distintivos están amenazados por la barbarie interna, en un debate celebrado en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Según Sánchez Cámara, definen a Europa «la metafísica griega, el derecho romano y el cristianismo, y en nuestro tiempo, la nueva física del siglo XX. A los que habría que añadir dos más: la universidad, producto genuino de Europa, y la democracia liberal». Todo ello está siendo cuestionado actualmente por la negación de las raíces cristianas y por el relativismo, que ha terminado infectando a la universidad, el derecho y la democracia.

Considera Pablo de Lora que la herencia de Europa ha sido, durante siglos, «particularmente exitosa, tanto en lo que se refiere a la producción de artefactos de la ciencia y de la técnica como a artefactos institucionales, jurídicos, culturales». Y plantea, como hipótesis, que acaso la actual crisis tenga que ver con que instituciones como la democracia o el mercado tienen «un cierto potencial suicida». «Y quizá también lo tenga el universalismo europeo».

Los dos catedráticos coincidieron en subrayar que una de las manifestaciones de la barbarie es la sustitución de la cultura cristiana por religiones políticas, lo cual supone «una claudicación del ideal de neutralidad en la esfera pública»

Artículo

L

os catedráticos de Filosofía del Derecho Ignacio Sánchez Cámara y Pablo de Lora reflexionaron acerca de las amenazas de orden cultural, antropológico, jurídico y político que se ciernen actualmente sobre Europa y la tradición compartida griega, romana, judía y cristiana que definen su legado. El debate, titulado El crepúsculo de Europa: la barbarie interior, se celebró el pasado 4 de diciembre de 2024, en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), promovido por la Fundación Ciudadanía y Valores (FUNCIVA).

Ignacio Sánchez Cámara y Pablo de Lora. Foto: © Javier Ruiz

Los dos juristas comenzaron por definir Europa. Más allá del espacio geográfico o la organización política, para el profesor Sánchez Cámara hay cuatro grandes rasgos que la conforman: «la metafísica griega, el derecho romano y el cristianismo, y en nuestro tiempo, la nueva física del siglo XX. A los que habría que añadir dos más: la universidad, producto genuino de Europa, y la democracia liberal».

La raíz de ese legado, en todo caso, es «la fusión de dos realidades espirituales: Atenas y Jerusalén».

Lo peculiar, añadió parafraseando a Rémi Brague y su ensayo Europa: la vía romana, «no es que nosotros seamos griegos o latinos, o judíos o cristianos», sino «cómo hemos asumido esa herencia». Lo propio de Europa es «el universalismo, la vocación universal, el interés por las demás culturas y partes del mundo», que, por cierto, supone un rotundo mentís a quienes actualmente la acusan de eurocentrismo: «Pocas culturas hay tan atentas a lo que no es ella como Europa». Ese universalismo, esas raíces espirituales, está amenazado por la barbarie interna, destacó Sánchez Cámara.

A juicio de Pablo de Lora, Europa es «una idea esquiva, tanto en lo geográfico como en lo espiritual o cultural. Y es muchas cosas a la vez: Es Darwin, Galileo y Copérnico, pero también es Hitler y Stalin… o quizá no».  Y para España, Europa «ha sido una excusa aspiracional».

Pero es innegable que la herencia del Viejo Continente ha sido, durante siglos, «particularmente exitosa, tanto en lo que se refiere a la producción de artefactos de la ciencia y de la técnica como a artefactos institucionales, jurídicos, culturales». Con sus luces y sus sombras, ya que «hemos sido descubridores y explotadores, al mismo tiempo, en un viaje de ida y vuelta». Así, por ejemplo, la revolución de las Trece Colonias de Estados Unidos «se origina después del viaje de los europeos al Nuevo Mundo».

Lora apunta, como hipótesis, si la actual crisis no tendrá que ver con que «algunas de las dimensiones de Europa son, en algún sentido, suicidas». Instituciones como la democracia o el mercado tienen un cierto potencial suicida. Quizá también lo tenga el universalismo europeo». Y se pregunta si la actual crisis no estará, precisamente, en el germen de esos valores.

Dos fuentes de barbarie

Sánchez Cámara sostiene que hay dos fuentes de barbarie interna de Europa: «la negación de la cultura clásica y de la cultura cristiana». Resulta revelador, apostilló, «el abandono de los estudios de las lenguas y la cultura clásica en los currículos escolares; y la abolición del cristianismo en la vida pública, sustituido por un ateísmo de Estado».

Y todo ello en aras de un relativismo cultural que ha terminado infectando la universidad, «el lugar menos adecuado para la barbarie», el derecho y la democracia. En el primer caso, «lo que tenga que ver con justicia suena a ingenuidad, ya que lo que prima es lo que digan los parlamentos, el positivismo». Y respecto a la democracia, hoy se discute la división de poderes… «¿qué es eso de limitar el poder de los gobiernos? se llega a decir ahora».

Sin embargo, la distinción entre lo que está bien y lo que está mal no admite discusión. «Nunca se podrá decir que lo que hizo Hitler está bien y ante eso no hay relativismo que valga; y saber distinguir el bien del mal proviene de principios cristianos».

Afrenta a la neutralidad

Pablo de Lora matizó que la barbarie que amenaza a Europa «no es tanto el ateísmo militante, como la sustitución religiosa». Estamos asistiendo, afirmó, a «una claudicación del ideal de neutralidad en la esfera pública» y a la sustitución del cristianismo por «otras religiones que operan como religiones estatales».

Estas religiones de sustitución «tienen que ver con las nuevas concepciones del feminismo o del ecologismo político en sus variantes más apocalípticas». En este sentido, Europa está olvidando «la divisa de Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios, cuando nuestro modus vivendi siempre ha tenido que ver con la separación de lo público y lo privado».

«Esta afrenta a la neutralidad —añadió el jurista— es una forma de barbarie, incluso para los que nos declaramos agnósticos». Como lo es lo contrario: tratar de imponer creencias religiosas, si bien matizó: «El cristianismo tiene una capacidad de adaptación o apertura que no gozan quienes vienen con la mochila bárbara».

La tradición compartida griega, judía y cristiana contiene «elementos que operan no solo como sustrato cultural sino como instrumentos de cooperación social, con una suerte de valor funcional» aseguró Lora. Es el caso de las vacaciones de Navidad o el domingo como día de ocio y descanso, que «nos ayudan a la coordinación». Por eso resulta absurdo plantear suprimirlas. «¿Por qué en aras de la paridad —se preguntó— tiene que haber una reina maga en la cabalgata de los Reyes Magos? ¿por qué no respetar la tradición? El poder público no es quién para cambiar eso».

Finalmente, Pablo de Lora alertó sobre la corrupción jurídica —corrupción en el sentido de forma desviada—, como otra manifestación de barbarie, que en forma de «compliance, regulación, con el nombre de la sostenibilidad y la justicia social, se ha trasladado a la esfera de lo privado y del emprendimiento». Todo ello está frenando el desarrollo de Europa frente a China, como ha señalado el economista Luis Garicano, al «generar una fabulosa maquinaria-negocio, de captura de rentas, para organismos, observatorios, despachos de abogados, de la industria del compliance, que implica un elevado coste y una colosal burocracia».

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