Nueva Revista

Mientras dure Unamuno

Retrato de Miguel de Unamuno en La Flecha / Casa Museo Unamuno

Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936). Escritor, pensador y profesor universitario, fue una de las voces principales de la vida pública española de finales del siglo XIX y principios del XX. Su obra, que abarca el ensayo, la novela, la poesía, el teatro, los cuentos y los artículos de prensa, traspasó las fronteras nacionales convirtiéndole en un intelectual de referencia en Europa.


Avance

En el año 2024 recién terminado se ha celebrado el centenario del exilio de Miguel de Unamuno durante la Dictadura de Primo de Rivera. Primero en Fuerteventura, luego en París y más tarde en Hendaya, el intelectual vasco vivió seis años desterrado. Aunque el rey Alfonso XIII levantó la orden de destierro a los pocos meses, Unamuno decidió vivir un auto-exilio hasta que Primo de Rivera dejase de gobernar España.

La relevancia de ese 1924 traspasa las fronteras españolas. Como intelectual víctima de una dictadura, Unamuno se convirtió en un símbolo para una Europa de entreguerras en la que el futuro de la democracia se veía cada vez más sombrío. El exilio le granjeó una auténtica fama internacional, suponiendo un antes y un después en la difusión de su obra. Una consecuencia de la repercusión que este acontecimiento alcanzó tanto a nivel nacional como internacional fue que la imagen que se forjó en torno a su figura polifacética ­—poeta, dramaturgo, novelista, ensayista, académico, rector, filólogo, filósofo…— subrayara especialmente su faceta de político.

Esta es la dimensión que ha explorado la exposición «Unamuno y la política. De la pluma a la palabra» que del 17 de julio al 8 de diciembre de 2024 se ha podido disfrutar en la Biblioteca Nacional de España. Comisionada por Colette y Jean-Claude Rabaté, estudiosos y biógrafos de Unamuno, recorre la relación del intelectual vasco con la política a través de una muy variada documentación: artículos, cartas, fotografías, discursos… Desde la airada carta anónima que un adolescente Unamuno envió a Alfonso XII —echándola al buzón—, hasta su célebre discurso en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, recoge con detalle su compromiso con distintas cuestiones políticas y las transformaciones que experimentó su pensamiento político.

Artículo

Unamuno no es noticia solo en tiempos de aniversario. Los últimos años han visto sucederse distintas iniciativas en torno a su figura. En 2015 Manuel Menchón estrenaba La isla del viento, película que retrata el destierro de Unamuno en Fuerteventura. Pocos años después, en 2019 salía a la luz Mientras dure la guerra, filme en el que Alejandro Amenábar repasa la trayectoria de Unamuno durante los primeros meses de la Guerra Civil, que coinciden con los últimos de su vida. Menchón volvió a trabajar en Unamuno en 2020, esta vez con el documental Palabras para un fin del mundo, centrado en los últimos años de la vida del intelectual vasco.  También se han comisionado otras exposiciones —además de la mencionada de la Biblioteca Nacional de España— como «Miguel de Unamuno. Profesor y rector»1, presentada en la Universidad de Salamanca entre septiembre de 2022 y enero de 2023. E incluso, desde 2024, Unamuno cuenta con una novela de ficción, El primer caso de Unamuno, en la que Luis García Jambrina, imagina a un don Miguel detective.

De la pervivencia de Unamuno escribió hace más de 25 años Julián Marías en un artículo en ABC en el que afirmaba que «cada época, ha ido mirando la obra de Unamuno según diversas perspectivas»2. Para Marías, el momento en que escribía —finales del siglo XX— experimentaba una politización de la vida española, lo que se traducía en un interés primordial por la faceta política de don Miguel. Se podría considerar que aún vivimos inmersos en ese panorama, como refleja el hecho de que el exilio durante la dictadura de Primo de Rivera y el «venceréis, pero no convenceréis» de la Guerra Civil sean los episodios de la vida de Unamuno que más interés despiertan hoy en día.

Una voz para nuestra polarización actual

En esa continuidad con el contexto de finales del siglo XX emerge un rasgo definitorio de la época actual: no solo vivimos en un contexto de omnipresencia de la política, sino que, además, esta se encuentra fuertemente polarizada. Este marco de polarización de la política bien podría determinar nuestra mirada a Unamuno, pues en su obra encontramos suficiente inspiración para la construcción de un panorama en el que cada uno de los contrarios tiene espacio para la acción.

El pensamiento de Miguel de Unamuno a menudo está articulado en torno a dos polos opuestos: la historia y la intrahistoria, Don Quijote y Sancho, el centro y la periferia, las ansias de infinito y la experiencia de finitud, el yo y el otro. La existencia de estos contrarios no supone para él un problema, todo lo contrario, resulta un elemento imprescindible para que haya vida. En su cosmovisión, el motor de la vida radica precisamente en el constante empeño de cada parte por influir en la otra, por dejar su huella, por tener presencia en su existencia, por no vivir en la indiferencia hacia el otro. Considera que, si alguien ceja en esta tarea, el resto pierde la oportunidad de crecer y termina muriendo. «En mi vaso beben todos, quiero que todos beban de él; se lo doy, y mi vaso crece, según el número de los que en él beben, y todos, al poner en él sus labios, dejan allí algo de su espíritu. Y bebo también de los vasos de los demás, mientras ellos beben del mío. Porque cuanto más soy de mí mismo, y cuanto soy más yo mismo, más soy de los demás; de la plenitud de mí mismo me vierto a mis hermanos, y al verterme a ellos, ellos entran en mí»3.

Aunque a menudo denomine esta dinámica con el término imposición, en ningún momento esta relación puede desembocar en la eliminación del otro, pues entonces dejaría de existir el juego de influencias y, con él, la vida. Tanto la eliminación del otro como la indiferencia hacia él desembocarían para Unamuno en la muerte, pero también la fusión de los dos polos en uno nuevo, que acabaría con la distinción necesaria para seguir existiendo.

Desde la perspectiva unamuniana la vida, personal, de los pueblos, política, solo puede existir en la pugna de contrarios, en la existencia de un uno que busca dejar su huella en un otro quien, a su vez, pretende influir en ese uno. Se podría considerar que con este planteamiento no hace sino abogar por la polarización, pero la suya es una en la que los polos necesariamente tienen que existir en constante relación mutua. En la propuesta de Unamuno el otro tiene abiertos los cauces para molestarme, no se le arrebata la capacidad de intervención, no se le ignora o descalifica, pues se le considera necesario para la propia pervivencia. Para él, el conflicto entre las partes no apunta a la disociación, sino que es consecuencia de una intención de vida conjunta.

Siendo esto así, no cabe duda de que nuestro contexto actual bien podría beneficiarse del pensamiento unamuniano. Puede encontrar en él argumentos para comprender las ventajas que supone para la vida pública la existencia de los contrarios y la voluntad de cada uno de ellos de forjar la realidad. Puede servir para entender la pobreza de una situación política en la que no se contemplan las influencias desde fuera, porque se considera que todo está ya recibido.

Una voz para lo que permanece

Si bien Unamuno tiene mucho que decirnos como sociedad polarizada, regresando a Julián Marías, no podemos olvidar que el intelectual vasco trasciende las circunstancias de cada época, pues en su obra hay espacio suficiente para lo que permanece «más allá de los azares, las modas pasajeras, las tentaciones». Buscador incansable, Unamuno siempre abordó en sus escritos los grandes interrogantes de la vida humana y, como agitador de espíritus, se empeñó en que sus lectores le siguieran en esa búsqueda. Se enfrentó a cuestiones como la muerte, la influencia de cada uno en la vida de los otros, la relación entre sentimiento y razón, la perpetuación del yo a través de la escritura, la convivencia entre los pueblos, la relación del hombre con Dios, los límites de la ciencia… Sus preguntas le hacen siempre actual, pues buscan ser las del «hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere (…), el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere.»4

Esta actualidad de lo perenne de su obra se refrenda año tras año, con la reedición de escritos que van más allá de su faceta política. Sus ensayos se editan en ediciones de bolsillo, se publican nuevas antologías de sus poesías, sigue saliendo a la luz su correspondencia, se realizan recopilaciones de escritos temáticos… Incluso uno de sus cuentos, Mecanópolis, ha sido adaptado al público infantil. Miguel de Unamuno puede ayudarnos a interpretar nuestros problemas actuales como sociedad y, a la vez, hacernos ver que la vida es más que eso.


La fotografía que encabeza el artículo es un retrato de Miguel de Unamuno en La Flecha, finca cercana a Salamanca, atribuido a José Suárez. Se conserva en el archivo de la Casa Museo Unamuno y se puede consultar aquí, en el repositorio online de la Universidad de Salamanca. La reproducimos, recortada, con licencia CC.


  1. Se puede visitar virtualmente aquí. ↩︎
  2. «La perduración de Unamuno». Se puede consultar aquí ↩︎
  3. Del sentimiento trágico de la vida. ↩︎
  4. Del sentimiento trágico de la vida. ↩︎
Salir de la versión móvil