Doctor en Medicina y especialista en Psiquiatría por la Universidad de Navarra, Carlos Chiclana es asimismo especialista Universitario en Psicoterapia Multicomponente de los Trastornos de la Personalidad por la Universidad de Deusto. En su faceta de divulgador, Chiclana ha escrito libros como Tiempo de fuertes, tiempo de valientes (Palabra); Atrapados en el sexo (Almuzara), Identidad personal: disfruta del baile (Biblioteca de Salud Mental) y Cuéntame más y déjame que te cuente. Aprende sobre sexualidad con tus hijos (Biblioteca de Salud Mental, 2021).
Avance
Los datos son elocuentes respecto a la importancia de la salud mental y muestran bien los altos riesgos de sufrir algún tipo de patología. Frente al panorama que dibujan ¿se puede hacer algo para prevenir la patología mental especialmente en los casos de la infancia y la adolescencia? El psiquiatra Carlos Chiclana, de acuerdo con una revisión de publicaciones académicas sobre factores que hacen que los niños y adolescentes sean más resilientes y fuertes, afirma con contundencia que sí es posible. Hay factores que promueven la resiliencia y la fortaleza y muchos pueden aplicarse de manera muy concreta y práctica en el ámbito familiar, escolar y social.
Concebido desde un punto de vista práctico, este artículo ofrece diversas tablas con los mencionados factores y con propuestas muy concretas para articular las cuatro líneas de acción que, a la hora de desarrollar la fortaleza emocional personal, propone Chiclana:
1. Ahondar en la bondad originaria y transmitir a la persona que es buena en sí misma.
2. Que conozca que tiene energía y capacidad de acción, y que esto es bueno.
3. Ser consciente de que es limitado y por esto necesita custodiarse y cuidar bien de sí mismo.
4. Potenciar lo relacional como elemento fundamental del desarrollo personal.
Entre las conclusiones, afirma el psiquiatra que «aunque la amenaza de la patología psiquiátrica y la disfunción psicológica es real y está presente, tenemos también herramientas prácticas, sencillas y asequibles para proteger la salud mental y promocionarla en el ámbito familiar, escolar y social más cercano a nuestros hijos».
Artículo
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en 2019, se estimó que 970 millones de personas en todo el mundo —una de cada ocho— vivían con algún tipo de trastorno mental, siendo los trastornos de ansiedad y depresión los más comunes. Además, la pandemia de COVID-19, que se desató en 2020, ha tenido un impacto significativo en nuestra salud mental, en particular en los niños y adolescentes.
Según el informe anual de la Fundación Anar de 2020, en España, se ha observado un aumento notable en diversas condiciones, como la ideación suicida (+244,1%), la ansiedad (+280,6%), la baja autoestima (+212,3%), la depresión/tristeza (+87,7%), los trastornos de alimentación (+826,3%), las autolesiones (+246,2%), la agresividad (+124,5%) y el duelo (+24,5%). El diagnóstico de trastornos de ansiedad y depresión, ha aumentado el 26% y el 28% respectivamente en solo un año.
Además, según el Instituto Nacional de Estadística, en 2018 la tasa de suicidios fue de 7,6 por cada 100.000 habitantes, lo que indica que la salud mental sigue siendo un tema crítico que requiere atención. Es preocupante que alrededor del 30% de los motivos de consulta en Servicios de Urgencia estén relacionados con patologías de salud mental. Por esta razón, los expertos destacan la importancia de contar con protocolos específicos de prevención en urgencias, especialmente en aquellos hospitales donde no hay un psiquiatra de guardia, y la puesta en marcha del teléfono 024 para la atención inmediata de esta situación ha sido un avance importante.
Trabajar la prevención: factores de protección
Pero, ¿se puede hacer algo para prevenir la patología mental en los adolescentes? De acuerdo con una revisión de miles de publicaciones académicas [1] sobre factores que hacen que los niños y adolescentes sean más resilientes y fuertes, sí es posible. Hay factores protectores, que estos investigadores han agrupado en diez dominios (Tabla 1), y muchos pueden aplicarse de manera muy concreta y práctica en el ámbito familiar, escolar y social.
Tabla 1. Factores promotores de resiliencia y fortaleza

Es interesante percibir cómo estas variables recogidas en diversas investigaciones son coherentes con lo experimentado en la práctica clínica, en las conocidas orientaciones educativas y sociológicas[2], y nos permiten establecer acciones prácticas y cotidianas para promover la salud mental de los niños y adolescentes. Propongo aglutinarlas en cuatro líneas de acción para desarrollar la fortaleza emocional personal:
1. Ahondar en la bondad originaria y transmitir a la persona que es buena en sí misma.
2. Que conozca que tiene energía y capacidad de acción, y que esto es bueno.
3. Ser consciente de que es limitado y por esto necesita custodiarse y cuidar bien de sí mismo.
4. Potenciar lo relacional como elemento fundamental del desarrollo personal.
La bondad como premisa
Lo mejor que pueden enseñar unos padres a un hijo/a es que la persona interiorice, sienta y sepa que es buena porque sí, porque lo vale, porque lo es. Además podrá ser más buena, desarrollarse, potenciar capacidades, habilidades y adquirir virtudes. Si aprende que vale por sí misma, por ser, habrá iniciado muy bien el camino de su plenitud. Interiorizará que no tiene que hacer nada para demostrar que es buena, que su valor no lo determinan las notas ni medallas, ni el éxito profesional, ni sus ingresos, ni su posición social. Comprenderá y sentirá que ha sido amada antes, que es amada de manera incondicional y, por lo tanto, procurará amar a los demás antes y amarlos de manera incondicional. Esto le dará seguridad y hará de ella una persona segura que podrá afirmar: «soy bueno, soy válido, soy único, soy auténtico, soy digno».
Con estrategias asequibles (Tabla 2) le facilitarás la estructura adecuada para ser fuerte y valiente, para estar espabilado —que no en alerta ni en tensión— y que no le domestiquen con collares sociales, establos ambientales o manipulaciones personales.
Tabla 2. Estrategias para comunicar que es bueno
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¡A explorar!
Cuando llegas a la adolescencia, si estás bien y sano, te comes el mundo. Lo sabes todo, no «necesitas» a tus padres. Crees que vas a hacer y conseguir lo que quieras en la vida. Esto es genial y vale la pena que tú lo sepas y que tu hijo lo sienta: toda esa energía es muy buena y también lo que se deriva de ella como la curiosidad, las ganas de hacer actividades distintas y conocer novedades, el afán por explorar y el interés por las experiencias desconocidas.
Es una gran oportunidad para conocer los motores que activan el querer de tu hijo. Aquellos que movilizarán su voluntad, «motiven, movilicen y motoricen» la voluntad más allá de la autodisciplina.
Con el disfrute se estimulan diversas áreas del cerebro[3] que ayudan a un buen estado de ánimo, a tener iniciativa y, con el mantenimiento en la acción de lo que se quiere conseguir porque gusta, se desarrollan habilidades y competencias que estructuran la fuerza voluntad unificando el apetecer y la disciplina, el gusto y el esfuerzo, la inmediatez y la perseverancia. No es necesariamente pasarlo bien, sino extraer el bien de una acción y gozarse con ella. También implica esfuerzo, orden y disciplina. Esa sensibilidad para algo concreto activa la energía para ir a por ello. Es tu tarea (Tabla 3) ayudarle a encauzar bien esta energía y conduzca con seguridad el coche de su vida
Tabla 3. Estrategias para comunicar que tiene energía y que esa energía es buena
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Menos mal que eres imperfecto
Llega un momento en tu vida en que te das cuenta de que no eres perfecto. Tienes errores y limitaciones, haces cosas mal y no llegas a todo lo que quisieras. Es un momento gozoso porque te liberas de responsabilidades que no eran tuyas. La libertad se expande al percibir que no se exige ser omnipotente. Cuanto antes llegues a este punto de inflexión en tu vida más fácil te será ser fuerte, porque no sustentas tu ser únicamente en tus fuerzas, tus capacidades o tu esfuerzo, sino que repartes el peso con otras personas, la realidad, Dios, la vida misma, etc.
Si explicas a tu hijo (Tabla 4) que no pasa nada por tener errores, que es imperfecto, que se confunde, se equivoca, tiene debilidades y no puede hacer todo lo que desearía, le ahorrarás muchos líos de cabeza y muchas frustraciones. Le liberas de la dictadura del perfeccionismo. Si le haces caer en la cuenta de que tú también eres imperfecto y le pides perdón cuando lo haces mal y que pides ayuda para corregirte, le resultará natural la aceptación de los fallos, la lucha contra ellos, la resistencia ante esa natural debilidad y el ataque para impedir que esas limitaciones le hagan creer que no es bueno o que no es capaz. Ahora bien, esa bondad y esa capacidad precisa de ayuda y soporte, por su propia naturaleza, para crecer mejor, esa vulnerabilidad, necesita ser transmitida.
Tabla 4. Estrategias para enseñar que es fuerte porque tiene limitaciones
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Para ser más tú mismo, necesitas de los demás
Cuanta más edad tienes, más consciente eres de que necesitas de los demás. Conforme avanza la existencia más interiorizas lo importantes que han sido las personas en tu vida, cómo te han hecho crecer, cómo te han transformado, cómo te han dado la posibilidad de sacar lo bueno de ti mismo, cómo te han «obligado» a hacerte presente y cómo han estimulado tu yo para que tu identidad sea más auténtica. Anímate, si lo enseñas a tu hijo en la infancia te lo agradecerá toda la vida (Tabla 5).
Quien haya tenido una relación de pareja, un hijo o un amigo de verdad, ha vivido esta experiencia de modo muy práctico. Te cambia la vida, y si lo vives en cada relación cotidiana, la vida te cambia prácticamente todos los días. Si esto se aprende desde pequeño y se vive con la premisa de que las personas que interactúan con nosotros no son sólo importantes en sí mismas, sino que también lo son para uno mismo, porque nos forman, transforman y per-forman, el crecimiento y madurez de la persona son muy potentes.
Tabla 5. Estrategias para ahondar en la necesidad de ser transformado
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La formación como parte de la transformación
En la necesidad de ser transformados contamos con la oportunidad de formarnos, transformarnos y per-formarnos. Al igual que se puede hablar de una alimentación sana puedes cuidar tu formación para que te transforme en ti mismo y te acerque más a la verdad. El acceso a la formación ahora es muy amplio, es una maravilla la variedad y se puede seleccionar con mucho acierto: charlas, conferencias, cursos, libros, series, películas, programas de radio y televisión, podcast, cursos de verano, retiros, mentores, consejeros, preceptores, acompañantes.
Si tus hijos ven que estás abierto a recibir formación, que lees, acudes a cursos, etc., y que esto desarrolla tu sentido crítico, tu capacidad de pensar, de escuchar otras opciones y opiniones, de cuestionarte tus valores y premisas, aprenderán que la formación es parte de la transformación. No dejarán de hacerlo a lo largo de su vida, hasta que en la tumba puedan escribir en su epitafio que no dejó de aprender de todo, de todos y todas, y que nunca fue autodidacta.
Podemos concluir que, aunque la amenaza de la patología psiquiátrica y la disfunción psicológica es real y está presente, tenemos también herramientas prácticas, sencillas y asequibles para proteger la salud mental y promocionarla en el ámbito familiar, escolar y social más cercano a nuestros hijos.
REFERENCIAS
[1] Llistosella M, Castellvi P, Limonero JT, Pérez-Ventana Ortiz C, Baeza-Velasco C, Gutiérrez-Rosado T. Development of the Individual and Environmental Resilience Model among children, adolescents and young adults using the empirical evidence: An integrative systematic review. Health Soc Care Community. 2022 Nov;30(6):e3277-e3299. doi: 10.1111/hsc.13899. Epub 2022 Jul 6. PMID: 35794078.
[2] Chiclana Actis C. (2022) Tiempo de fuertes, tiempo de valientes. Madrid: Palabra.
[3] Verdolini N, Amoretti S, Montejo L, García-Rizo C, Hogg B, Mezquida G, Rabelo-da-Ponte FD, Vallespir C, Radua J, Martinez-Aran A, Pacchiarotti I, Rosa AR, Bernardo M, Vieta E, Torrent C, Solé B. Resilience and mental health during the COVID-19 pandemic. J Affect Disord. 2021 Mar 15;283:156-164. doi: 10.1016/j.jad.2021.01.055. Epub 2021 Jan 29. PMID: 33556749; PMCID: PMC7845537.