Robert Barron. Filósofo, teólogo y obispo de la diócesis de Winona-Rochester (Mineápolis, EE. UU.) desde 2022. Barron es el fundador de Word on Fire, una entidad mediática de promoción del catolicismo, donde, a través de pódcast y vídeos muy seguidos —ente otras iniciativas— analiza diversas cuestiones de la actualidad.
Avance
¿Trabajamos demasiado o demasiado poco? Hay quienes piensan que gran parte de Occidente se ha vuelto perezoso y propenso a la gratificación inmediata. Otros ven en el tiempo de trabajo la mengua de todo aquello que hace que la vida merezca la pena. ¿Dónde se encuentra el equilibro? ¿Cómo hallarlo? Estas cuestiones protagonizaron un episodio reciente de Word on Fire. El obispo Robert Barron, a petición del moderador (entrevistador) Matthew R. Petrusek, tenía la misión «de ayudar a arrojar luz y tal vez incluso proporcionar algunas soluciones a este debate desde la tradición intelectual católica». La sesión se abría con la pregunta central: ¿Qué o cómo se define, desde el punto de vista católico, lo que significa trabajar? La respuesta de Barron: «Trabajar es realizar un esfuerzo sostenido, concentrado, con un propósito que tiene como resultado un producto. Estoy tratando de dar una definición lo suficientemente amplia como para incluir cavar una zanja y escribir un artículo académico. Ambas son expresiones de trabajo en esta forma concentrada y decidida de producir algo. Supongo que eso es trabajar». Tras unas líneas introductorias, repasamos las ideas fundamentales que surgieron en dicho intercambio y entresacamos algunas de ellas. Las reproducimos a base de citas.
Artículo
Es bien conocida la cita del Génesis «Ganarás el pan con el sudor de tu frente…» que convierte el trabajo en una especie de maldición. Barron se retrotrae al momento anterior a la «caída» para encontrar a un Adán labrando de igual modo la tierra del jardín. «Realiza un trabajo previo al pecado. Eso significa que el trabajo no es solo un castigo, es algo que Dios quiere para nosotros. Quiere que nos expresemos precisamente a través del esfuerzo. Digamos que estoy trabajando en un artículo académico. ¿Hay algo de monótono en eso? Sí, cualquiera que haya escrito lo sabe. Pero, al mismo tiempo, acudo a ese trabajo lleno de entusiasmo. Me alegro cuando llega el día en el que voy a ponerme a escribir. Me alegra tener ese reto y lo espero con ilusión. Sé que va a suponer un esfuerzo, pero eso me estimula, no me gustaría algo que fuera fácil. De modo que no es como ¡“Oh Dios, qué castigo”. Pagaría por el privilegio de hacerlo».
Juan Pablo II: trabajo y dignidad
«Lo que me intriga de Juan Pablo II es que fue un caso casi único entre los papas del último siglo: de joven hizo trabajos forzados. Trabajó en una cantera durante la terrible época en que los nazis llegaron… Y creo que le afectó profundamente. Él, por supuesto, también era un gran intelectual, un hombre de libros e ideas, pero también sabía lo que era el trabajo físico, duro y bueno. Y vio todas las cosas positivas de las que acabamos de hablar. Y ahí es donde entra la dignidad. El trabajo es la expresión de nuestra dignidad».
«Hay otra cosa que me parece relevante. Juan Pablo II alcanzó la mayoría de edad en la Polonia comunista. Se propuso comprender a Karl Marx, porque sabía que Marx era el principal ideólogo de este nuevo sistema. Es justo decir que Juan Pablo II odiaba el comunismo, pero había un par de ideas en Marx, creo, que él pensó que eran congruentes con el pensamiento católico. Una de ellas es esta idea de que nos expresamos en nuestro trabajo. Así que es clave para la filosofía de Marx sobre la persona que el trabajo y su producto se conviertan en una especie de espejo en el que nos vemos reflejados».
«Piensa en un artesano, que realiza un buen trabajo y produce un objeto en el que puede encontrar una especie de imagen de sí mismo. Juan Pablo II está retomando ese tema: parte de la belleza y la dignidad del trabajo es que nos descubrimos a nosotros mismos. Es una especie de cualidad hegeliana, y por supuesto, Marx lo habría sacado de ahí».
Prosperidad material
«Frente a una visión marxista de una teoría laboral del valor, donde este proviene del trabajo de los trabajadores simplemente, creo que tenemos una visión más amplia de la economía de mercado, según la cual el valor procede, efectivamente, de los trabajadores, pero también del riesgo que asumen los inversores, emprendedores, etcétera. No se trata de un juego de suma cero en el que hay un pastel fijo que hay que repartir. No, podemos hacer el pastel más grande a través de nuestros esfuerzos. Así que sin duda suscribiría eso. Creo que podemos medir el valor de una sociedad, hasta cierto punto, a través de la prosperidad material. Ciertamente, Juan Pablo II no diría que es la única medida, pero es una medida».
Trabajo manual vs trabajo intelectual
«Esto se remonta a los autores clásicos; Platón y su reconocimiento de las diferencias naturales entre las personas. En una sociedad no todo el mundo va a ser capaz de realizar el trabajo intelectual. Algunas personas son mejores, o están en sintonía, con el trabajo manual. No se trata de decir que uno es mejor moralmente que el otro: estamos reconociendo diferencias reales y no deberíamos tratar de aplanar todo eso y que todo el mundo estuviera al mismo nivel. La gente tiene distintos grados de inteligencia, creatividad, interés, capacidad física… Pienso en mí mismo: he sido un académico gran parte de mi vida y los libros y las ideas y las palabras, eso es en lo que soy algo bueno. Mi padre era un tipo muy inteligente, le encantaban las cosas prácticas… Cuando era niño, intentaba que me dedicara a ayudar en casa, a arreglar cosas. Yo era terrible en eso. Siempre he tenido, tengo hasta el día de hoy, una profunda admiración por las personas que se manejan bien con todos estos asuntos prácticos. Yo no tengo remedio. No sé cómo funciona un coche. Así que diría, genial, la gente como yo es adecuada para ciertos tipos de trabajo y otra gente, gracias a Dios, es adecuada para otros tipos de trabajo. Y ninguno es moralmente superior al otro, pero hay diferencias y las diferencias son buenas, ya sabes. Hay una tendencia, que se puede encontrar en gran parte de la filosofía política moderna, a tratar de nivelar las diferencias y creo que eso conduce a muchos males en nuestra sociedad».
Freud: amor y trabajo
«Creo que quienes deciden no trabajar pudiendo hacerlo denigran su propia humanidad. Hay que encontrar una manera de ser productivo. No soy un gran fan de Sigmund Freud, pero tenía razón cuando le preguntaron, después de todos sus años de psicoterapia, qué le hacía feliz a la gente y respondió: “Liebe und Arbeit”, amor y trabajo. Relaciones satisfactorias y trabajo satisfactorio, eso es lo que hace feliz. Eso es correcto, en gran medida. Yo le daría tal vez una visión más amplia, pero me parece que cuando se habla con personas que son infelices, por lo general se puede identificar un defecto en uno de esos dos campos: sus relaciones o su trabajo».
«Renunciar al trabajo es renunciar a la felicidad. Cuando era niño, estaba eso de “no es lo que haces, es lo que eres”. Nunca me gustó esa distinción. Creo que es una distinción tonta. Ser es más importante que hacer, pero no puedes separar esas dos cosas. Un día feliz para mí es casi siempre un día en el que he logrado algo. He hecho algo que creo que vale la pena. Eso tampoco significa que lo reduzca todo al trabajo, pero creo que es un ingrediente necesario para la felicidad. Un gran día suele implicar las dos cosas freudianas: las relaciones y el trabajo».
«William F. Buckley [escritor y comentarista conservador estadounidense, fundador de la revista política National Review en 1955] dijo una vez: “La industria es enemiga de la melancolía”. No quiero sugerir que esa es la respuesta a todo, pero hay algo correcto en ello. Si te sientes mal y estás deprimido, haz algo. Trabaja. Yo descubrí en mi propia vida que eso es cierto y he dado ese consejo de Buckley a personas que se sienten atrapadas en un ciclo depresivo».
Sobre la importancia del ocio
«He estado trabajando recientemente en un artículo sobre Josef Pieper, que es un gran filósofo tomista del siglo pasado. Es como el Jacques Maritain de Alemania. Escribió un famoso libro llamado El ocio y la vida intelectual. Lo que lamenta en ese libro, en muchos de sus escritos, es la tendencia que tendemos en nuestra sociedad moderna a valorar tanto el trabajo, y lo que él llamaría la conciencia cotidiana del trabajo, hasta el punto de hacernos perder de vista lo que las artes liberales siempre han explorado. Artes liberales, artes libres. ¿Libres de qué? De la utilidad. Así que el trabajo, incluso como lo hemos estado describiendo, tiene que ver con una actividad útil, esto es, subordinada a un fin fuera de sí misma. Pero las cosas más elevadas de la vida son inútiles porque no están subordinadas a algo extrínseco a ellas mismas. Son buenas en sí mismas».
«De lo que Pieper se quejaba —él era un profeta en esto— era de la dominación del modelo cotidiano, que no podamos pensar más que en la productividad y en estar atrapados en el mundo cotidiano. No hay que despreciarlo, sino trascenderlo hasta esta área de llámalo ocio o juego, si quieres. Piensa en el béisbol o en el golf. Cuando estoy jugando al golf, no soy consciente de nada más fuera del campo. He perdido el sentido del tiempo y del espacio. El juego me ha cautivado tanto que es lo único en lo que me concentro. Eso no produce nada. Es valioso en sí mismo. Esa es el área del ocio o del juego o de las artes liberales, que están más allá de lo cotidiano. Y ambas son muy importantes».
El negocio antes que el ocio
«Creo que es correcto, sí, trabajar para tener ocio. Hay una especie de jerarquía en eso. Y luego, mira, estamos en este mundo, que es un mundo “caído”, de modo que siempre habrá algo de extenuante, en el sentido negativo, unido al trabajo. Pero sí, trabajamos para el ocio. Las artes serviles están al servicio de las artes liberales. Las artes serviles están al servicio de algo. Son… no esclavas, tal vez sea una palabra demasiado fuerte, pero sí sirven a otro propósito. Las artes liberales están libres de eso. Así que creo que probablemente la relación correcta es trabajar por el bien de».
En esta entrada seleccionamos algunas de las ideas que surgieron en la emisión de The Word on Fire Show correspondiente al 3 de febrero. Puedes acceder al contenido entero pinchando en este vídeo.
La foto que ilustra el texto es de Tiger Lily y se incluye en el repositorio de Pexels. Puede consultarse aquí.