Miguel Ángel Gozalo

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Ha sido, a lo largo de su larga trayectoria periodística, director del diario "Madrid" y presidente de la agencia EFE, entre otros muchos cargos.
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La ciudad, afortunadamente, se resiste a la norma

Rafael Moneo (Tudela, 1937) no es muy aficionado a las entrevistas. Él habla con el lápiz, con el ordenador y con los materiales de construcción. Pero acepta recibir a Nueva Revista a los pocos días de obtener el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
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Elogio de un columnista

Laudatio de Miguel Ángel Gozalo pronunciada en el acto de entrega del Premio "Antonio Fontán", el día 13 de octubre de 2011.Cuando acepté el encargo de hacer la laudatio de Ignacio Camacho, ganador del Premio Antonio Fontán de periodismo político, no imaginaba, por supuesto, en qué jardín me metía. Primero, porque el periodismo, incluso aunque lo pongamos bajo el amparo siempre seguro de don Antonio Fontán, vive un momento complejo y desconcertante; después, porque ¿es necesario que Ignacio Camacho, tan arrollador, tan joven todavía, necesite de alabanzas? ¿No pensará, con Montaigne, que es preferible que se le elogie menos con tal de que se le conozca más?, y, sobre todo, ¿qué puedo añadir yo, veterano gacetillero de la prensa escrita, usuario con reparos de las nuevas tecnologías informativas, a lo que todo el mundo sabe de este gran articulista de ABC, que cosecha premios como otros nos ganamos multas de tráfico?Pero entonces reparé en el matiz que adorna este último galardón conquistado por este sevillano que ha sido director de ABC, lo de periodismo político, y me imaginé lo que Antonio Fontán me hubiera dicho en el supuesto de que hubiera pretendido rechazar el honor que se me confiere al hacer este panegírico: «Hombre, ¿no hiciste la presentación de Carlos Sentís cuando le dimos el premio Rafael Calvo Serer? ¿Es que los del diario Madrid ya no sois lo que erais? ¿O es que tienes algo contra los andaluces, como Durán Lleida?».Así que no se hable más, y pechen ustedes con las consecuencias. Es verdad que Carlos Sentís, que entonces tenía 93 lúcidos años y ha vivido en plenitud de facultades y de magisterio hasta casi los cien, aceptó con media sonrisa tolerante que yo recordara su papel eminente en esta profesión, en la que quedan algunos justos para salvarnos a todos, y que recitara algunas de sus recetas para los jóvenes que se inician en este oficio —«en periodismo hace falta contar mejor las cosas que pasan en la calle»—; su definición sobre la tarea de cronista, como le gustaba llamarse, y que era su especialidad: «Las crónicas cogen el tiempo al vuelo, y lo retienen»; y este clarividente consejo sobre la esencia de esta profesión: «Hoy, con tanta técnica e imagen, se olvida la fuerza enorme que tiene la palabra».Si me atreví con un gran maestro catalán, ¿cómo no hacerlo alguien que ya empieza a hacer historia en la infantería de las letras?Pero antes de centrarnos en Ignacio Camacho López de Sagredo, que es de los que no olvidan nunca esa fuerza de las palabras, y las pule con primor y las afila como un arma, como el que hace espadas como labios, volvamos al compromiso de este Premio Antonio Fontán con el análisis político. Algo que solo se permiten hacer algunos elegidos en este momento tan confuso de la política.La necesidad de ese análisis, de ese periodismo que no caiga en la tentación del poder o del dinero, y que no sea, como dijo el expresidente...

La sombra del PRI llega hasta Leguina

Una de las polémicas políticas más sonadas del año ha sido la provocada por el escritor Mario Vargas Llosa al declarar en México, en un rutilante congreso sobre la libertad como gran experiencia del siglo XX, tras la caída de los regímenes comunistas en el este de Europa, que la mexicana es «la dictadura más perfecta». El brillante intelectual Vargas Llosa, que acababa de pasar por el trance amargo de ser derrotado en unas elecciones democráticas por un político desconocido y demagógico, ha decidido volver a la literatura como novelista y a la precisión como escritor. Pero decir del PRI lo que se ha dicho, ante un anfitrión contemporizador como Octavio Paz —que, a pesar de sus viejas cuentas con el partido hegemónico de México, cree que el presidente Salinas de Gortarí puede conseguir una cierta democratización del sistema que ha garantizado más de medio siglo de estabilidad al país del Anahuac—, constituyó para los observadores un pecado de grave impertinencia. Esas cosas no hay que decirlas. Ei problema es que el Partido Revolucionario Institucional quiere hacer su renovación y eliminar sus tics más autoritarios con la mirada puesta en España. ¿Adivinan cuál es el modelo de programa para el futuro en que se han fijado quienes se proclaman herederos de la justiciera Revolución Mexicana? Efectivamente, han acertado: el llamado «Programa 2000», ese prontuario de respuestas para todos los retos futuros, critico dentro de un orden, mitad monje socialdemócrata, mitad soldado de los radicalismos pendientes, elaborado por los viejos izquierdistas del PSOE que, dirigidos por Alfonso Guerra, siguen fielmente una de sus primeras manifestaciones nada más ocupar el poder, tras la espectacular victoria socialista en las elecciones de 1982: «A mi izquierda, el abismo». México y España La aproximación entre México y España, en materia política, se ha utilizado por algunos comentaristas, en ocasiones, con tono crítico hacia el Partido Socialista Obrero Español. El PSOE aspiraba, según ellos, a parecerse al PRI: un poder cerrado, sin apenas oposición ni dentro ni fuera de un partido cada vez más caudillista, utilizando una frase inventada al parecer por el histórico líder sindical Fidel Velázquez —que en alguna medida es como un Pablo Iglesias del PRI, el abuelo de una Revolución de cuya ideología dice nutrirse—, «el que se mueve no sale en la foto». Si ahora los renovadores del PRI quieren aproximarse ideológicamente al PSOE, el camino se acorta. La sombra del PRI ya está entre nosotros. Por lo pronto, algunos de los métodos de cooptación y cese de los dirigentes empiezan a parecerse alarmantemente en las dos fuerzas. La defenestración de Rodríguez de la Borbolla, que de secretario general del Partido Socialista Andaluz y presidente de la Junta de Andalucía ha pasado a ser un político en paro forzoso convertido en aplicado alumno de cursos de verano, por decisión del «aparato» del PSOE, ese que maneja perfectamente Alfonso Guerra desde la madrileña calle Ferraz, ha sido toda una exhibición de poder. Borbolla, que había mantenido un prudente silencio durante la sonada crisis del hermano...

Pacto social con dolor

Además de una vieja advertencia de origen bíblico, lo de parir con dolor está inscrito en la naturaleza de las cosas. La vida arranca con gemidos, algo que acompaña fatalmente Aal hombre desde que lanza su llanto inicial, entre la angustia dolorida de la madre, al asomarse por primera vez a este mundo incierto. El dolor lo dijo Shakespeare en La Tempestad es el veneno de la belleza. Pero si el dolor es una constante vital, también lo es luchar contra él. Incluso, con apelaciones psicosomáticas, desde antes del parto. Una moderna técnica de preparación psicológica ayuda a mitigar los inevitables sufrimientos que rodean al alumbramiento. Es lo que se conoce como "parto sin dolor". El presidente del Gobierno, Felipe González, ha jugado con el retruécano al establecer una similitud eufónica entre el parto sin dolor y el pacto con dolor. El pacto social tiene algo de parto, y, a veces, es como el parto de los montes. En la España democrática, surgida de una encomiable voluntad de entendimiento entre las diferentes fuerzas políticas y sociales, hay unos pactos por antonomasia, los Pactos de la Moncloa. Hubo un momento en el que la gravedad de la situación económica llegó a amenazar las conquistas políticas, y los célebres pactos de entonces supusieron una pausa en lo accesorio para, entre todos, ayudar a salvar lo fundamental. Nadie niega hoy el éxito de aquella operación. Ahora vivimos otros tiempos políticos. No se pueden invocar el pacto como receta permanente cuando la esencia de la democracia reside en la competencia entre diversas fórmulas, sin otra obligatoriedad de concordia que el respeto a la Constitución. El sistema democrático permite corregir errores cada cuatro años. Que los votantes, por las razones que sean, no lo hagan, es otra cuestión. Grave situación económica Sin embargo, la gravedad de la situación económica ha obligado una vez más a los interlocutores sociales y al gobierno a replantearse la conveniencia de los pactos. Es una tentación que surge cuando las situaciones parecen bloqueadas. De hecho, el adelanto electoral del 6 de junio vino impuesto, según explicó entonces el presidente González, porque la oposición le impedía sacar adelante sus proyectos. Con una nueva victoria y una nueva mayoría las cosas podrían ser de otra manera. No parece que vaya a ser exactamente así. La distancia entre la oposición popular que ha estado a punto de denotar al PSOE y el Partido Socialista, que se ha mantenido en el Gobierno con el apoyo de los partidos nacionalistas, se ha acortado. Y los problemas han reaparecido en toda su crudeza a los tres meses de celebrados los comicios. El fundamental, la crisis económica, que provoca un paro que es el doble del que registra la Comunidad Europea. La consecución de un acuerdo social, que permita la creación de empleo, aparece así como un objetivo nacional. No ayudar a ello puede ser, según el Gobierno, pecado de falta de patriotismo. ¿Va a ser este nuevo pacto el remedio de los males? Es tan profunda la crisis que golpea en...

TV. Del monopolio al caos

Durante casi cuarenta años, la televisión en España ha sido un monopolio, Nacida como una dependencia del Ministerio de Información y Turismo dentro de la Dirección Genera] de Radio y Televisión. nadie intuyó entonces la influencia terrible que las 625 líneas iban a desplegar sobre la vida española. TVE era una terminal gubernamental, que servía lo mismo para un roto que para un descosido. Por televisión salía el anterior Jefe del Estado deseando a los españoles un feliz año, y por la pantalla se retransmitían partidos de fútbol del triunfal Real Madrid cuando las revoltosas masas obreras amenazaban con manifestaciones. El bosque de las amenas fue creciendo con el aumento del nivel de vida, pero la concepción del producto que llegaba, a través de ellas, a los bares y a las casas en las que el «seiscientos», el frigorífico y el televisor eran un exponente del llamado «milagro español», tenía su justificación básica en el entretenimiento. Los primeros telediarios se ¡imitaban a ser recortes de periódicos, leídos con voz monocorde por locutores profesionales. Libertad vigilada La democracia llegó a las ondas con la prudencia con que la libertad entró en otros ámbitos. En la transición, Adolfo Suárez, que había sido, entre otras cosas, cocinero del control televisivo antes que fraile de la democracia pluralista, pactó un estatuto para RTVE con las fuerzas de la oposición. Pero lo pactó con miedo: la televisión, después de todo, puede ser un arma de combate, y ya Clemenceau dejó dicho que la guerra es demasiado seria para dejarla exclusivamente en manos de los militares. ¿A quién se le podía encomendar algo tan vaporoso como «la tele», que era una especie de mundo operístico en el que habían aterrizado chicos del SEU, directores teatrales, cineastas en ciernes y paisanos de los sucesivos ministros del ramo? Los políticos, pues, no se resignaron a «profesionalizar» este medio del todo, y metieron la cuchara a fondo en el diseño de las líneas de funcionamiento del llamado Ente. Se creó un Consejo de Administración que no quedaba a cubierto de los altibajos parlamentarios. Sin televisión privada, la libertad de televisión era una libertad vigilada. Todo ello ha cambiado desde que, con la ley de televisión privada, de mayo del 88, se rompió definitivamente un monopolio, que se había quebrado en parte por la ley del Tercer Canal, de diciembre de 1983, que permitía el nacimiento de las llamadas televisiones autonómicas. Del monopolio se ha pasado a la pluralidad. Si con la ley del Tercer Canal ha sido posible que siete Comunidades —Euskadi, Cataluña, Galicia, Andalucía, Valencia, Madrid y pronto Murcia— tengan autonomía de imágenes y programación propia para los habitantes de sus regiones, que representan el 87% de la población nacional, la ley de Televisión privada, aunque sigue declarando que la televisión es un servicio público esencial, cuya titularidad corresponde al Estado, permite, pese a sus limitaciones en materia de accionariado y publicidad. reiteradamente denunciadas por los concesionarios, que tres cadenas independientes emitan ya para una cada vez más numerosa masa de espectadores. Programar...

Mariano Rajoy: En confianza

Como testimonio de su largo recorrido por el escenario público, Mariano Rajoy deja escrito el relato de su vida y su proyecto de cambio para España. El registrador de la propiedad quiere esta vez registrar la propiedad intelectual de su larga trayectoria en el campo de la política.
Nueva Revista

La crisis, suspendida hasta septiembre

En sus primeros cien días de Gobierno, Rodríguez Zapatero no ha disfrutado de la benevolencia habitual con que se contempla el arranque de un proyecto político tras un triunfo electoral que, en el caso del PSOE en las generales de 2008, ha tenido consistencia, pero no brillo. Con el Partido Popular pisándole los talones, aunque sólo haya recortado en un diputado la distancia que le separa del Partido Socialista, y con menos apoyos parlamentarios de los que son necesarios para navegar con sosiego, el PSOE se ha encontrado con los primeros avisos sobre las dificultades que se le avecinan en la IX Legislatura de la democracia. Y aunque los cambios en la dirección del PP y el anuncio de una oposición más colaboradora, en los asuntos de Estado, por parte de Mariano Rajoy, parecían anticipar un clima de mayor sosiego, la realidad ha sido que, decibelio arriba o abajo, la oposición popular es consciente de que sólo una implacable actitud frente al rodillo socialista le será electoralmente rentable. Juntos, pero no revueltos.Porque, además, el PSOE se ha encontrado con una dificultad adicional en la tarea compleja que es gobernar: la crisis económica. Como las elecciones son propicias a las promesas alejadas de la realidad, la explosión de pánico que acompaña inevitablemente a un brusco empeoramiento del panorama económico fue descaradamente amortiguada durante la campaña. Pero ciertos eran los toros: el rápido cambio de la situación, iniciado con la ruidosa explosión de la llamada burbuja inmobiliaria y seguido de una inflación desbocada y un paro galopante, no se había producido de golpe, sino que era algo que se venía gestando desde hacía algún tiempo. Los intentos de la oposición de llevar al debate los preocupantes indicios fueron ahogados por el triunfalismo del Gobierno. Aparentemente, la astucia de Pedro Solbes venció al ímpetu de Manuel Pizarro en el debate electoral de Antena 3. Pero los hechos han demostrado, después, que quien estaba más cerca de la verdad y tenía razón, al dar las señales de alarma, era el ex presidente de Endesa y número 2 de la lista de Rajoy, y no el vicepresidente. Sin embargo, la crisis no consiguió inclinar la balanza electoral del lado popular.Tras las elecciones, los partidos han hecho balance y han revisado sus fuerzas. Este obligado análisis se ha realizado en los congresos respectivos. El del PSOE ha servido para cerrar filas, ahogar discrepancias, licenciar a la vieja guardia, renovar los cuadros y otorgar a Zapatero más poder que el que ha tenido nunca nadie en el partido. En el del PP, como sucede cuando se vive la incomodidad de la oposición, ha ocurrido lo contrario: se ha discutido la autoridad de Rajoy, han brotado disidencias imprevistas —como la emblemática de María San Gil— y, aunque se ha puesto al frente de la maquinaria a personas jóvenes con etiqueta renovadora, las baronías del partido siguen de cerca todos los movimientos.Pero nada mejor para enfriar las pasiones políticas que el calor del verano. Cuando se habla de...

Un duelo que se resolverá por penaltis

En vísperas de cualquier elección, antes de que el hecho de votar se convierta en una saludable rutina ciudadana, los contendientes tienen la impresión, que tratan de transmitir a cuantos les rodean, de que se está ante un momento crucial del desempeño democrático, ante un cara o cruz vital para el futuro del país, sea éste el que sea.

Dos hombres a mitad de camino

Se referencia a los dos primeros "vaqueros" de la política española: Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, además del duelo que se avecina.

Nueva Revista

El cronista Carlos Sentís

El pasado día 30 de junio, en la sede de la Fundación Diario Madrid, el veterano periodista Carlos Sentís Anfruns recibió el premio Rafael Calvo Serer de Periodismo, concedido por la fundación del mismo nombre en reconocimiento a la labor individual de un profesional de la prensa. Los méritos de quien se ha hecho acreedor de la quinta edición de este galardón son más que notorios para todos los que trabajan en el ámbito de la comunicación, pues no ha habido medio en el que Sentís no se haya ocupado ni género periodístico que no haya cultivado en sus más de setenta años de actividad profesional. Por ello, tuvo que ser otro avezado periodista, corresponsal en Francia y Alemania como Sentís y, como él también, ex director de la Agencia EFE y periodista del diario Madrid, quien glosara para el público algunos de esos méritos del galardonado, con las palabras pronunciadas en ese acto, que reproducimos a continuación.

Nueva Revista

Todo hombre es un periodista, o no

Con motivo del veinticinco Aniversario de la Constitución española, el presidente de la Agencia EFE, Miguel Ángel Gozalo, pronunció la siguiente conferencia en la Universidad San Pablo-CEU.

Un liberal en la redacción

Vivencias del autor junto a Antonio Fontán en la redacción del diario "Madrid".

Nueva Revista

Cien años de Abc

No es fácil que los medios de información duren tanto tiempo, por las páginas del ABC ha pasado todo un siglo de vida de España.

Un siglo de España

Reseña del libro "Un siglo de España. 1900-2000".

Israel, 50 años sin paz

El 14 de mayo de 1948, un hombre menudo y con el pelo alborotado, con aspecto de sabio distraído, realizó un acto difícilmente superable: alumbrar un nuevo Estado. Se llamaba David Green, había nacido en Polonia y había emigrado a Palestina, convencido por la fe sionista de Teodoro Herzl, según la cual los judíos debían volver a Eretz Israel, para reconstruir allí, sobre el antiguo reino de David y Salomón, su propia nación. En la Tierra Prometida adoptó el nombre con el que será recordado, como uno de los más grandes y tenaces líderes del siglo XX: David Ben Gurion.